EJES TRANSVERSALES QUE LA DEFINEN

“Dadme el maestro y les abandono la organización, el local, los medios materiales, cuantos factores, en suma, contribuyen a auxiliar su función.  Él se dará arte para suplir la insuficiencia o los vicios de cada uno de ellos” (Giner de los Ríos)

Estas palabras de uno de los pedagogos más relevantes de la historia de España y de la historia de la Pedagogía universal, expresan una profunda convicción: La educación verdadera viene de la mano de un gran maestro y de su palabra, lo demás, incluido medios y técnicas pedagógicas, es secundario. Lo importante, lo decisivo,  es la personalidad del maestro…

Voy a utilizar estas palabras a modo de “foco de luz” sobre el escenario de la realidad educativa de Francia en el siglo XIX (1839) para destacar, en él, el personaje que ahora nos interesa: el P. Luis Ormières. Leemos en los Documentos Fundacionales: “Preocupado Ormières desde hacía mucho tiempo por la falta de “buenos maestros” para los niños y jóvenes de los pueblos pequeños, se había consagrado a la enseñanza, antes de su ordenación al sacerdocio, para ensayar, sin ruido y por su propia experiencia, los medios más adecuados para llegar a todos, especialmente a los que carecían de recursos suficientes, los beneficios de una buena educación”

 ¡Atención al relato! Porque narra la aparición en escena, silenciosamente, de un gran maestro, inquieto y apasionado por la enseñanza, abierto y creador, de personalidad equilibrada, de temperamento ideal, de amor a las cosas grandes, de inteligencia desarrollada… y lo más decisivo para él: un hombre llamado por Dios, revestido de dones especiales para la hermosa y noble tarea de educar. En el silencio y tanteo del “ensayo” (propios de las obras grandes) se forjaba el maestro Ormières, un maestro compasivo y fiel, servidor de los más pequeños e indefensos.

Queridos Educadores/ras, ya tenemos al “maestro” punto de apoyo que me permite afirmar, con toda humildad y verdad, que el P. Luis Ormières generó una Pedagogía propia (no entiendan exclusiva, aún menos excluyente) que hoy llamamos Pedagogía “angelina”. Pensada por él, ensayada por él… desarrollada, enriquecida, sistematizada y actualizada gracias al quehacer de muchos educadores/ras angelinos, tanto hermanas como laicos que han bebido en la fuente carismática de los Fundadores.

Voy a tratar de describirles la “Pedagogía Angelina” destacando tres ejes fundamentales que la atraviesan toda y nos la definen, al menos en sus rasgos más importantes. Los denomino de este modo:

1º. Eje filosófico -principios educativos fundamentales de la Pedagogía angelina-

2º. Eje axiológico -valores que promueve su Proyecto Educativo-

3º. Eje metodológico-didáctico – estilo propio :”como el Ángel”-

Intentaré explicar el contenido de cada uno de ellos.

 EJE  FILOSÓFICO

Por “eje filosófico” debemos entender el conjunto de principios, ideas, conceptos sobre los que se asienta una determinada Pedagogía. Son aquellas concepciones filosóficas, antropológicas y éticas que, a modo de piedras sillares, sustentan el edificio pedagógico que se quiere construir. En nuestro caso, las bases ideológicas de la Pedagogía angelina. Las encontramos en el pensamiento de Ormières.

En sus escritos y Obra podemos apreciar, con toda claridad

>        Un concepto de PERSONA

>        Una idea del EDUCACIÓN

>        Un perfil de pedagogo o MAESTRO

Un concepto de PERSONA

Toda Pedagogía arranca de un determinado concepto de persona. Este concepto de persona es la raíz y el horizonte de su acción. En el documento fundacional llamado “La Cuna” Luis Ormières traza las líneas maestras de su Pedagogía. En él encontramos la concepción que tiene de persona. Dice textualmente: “Cada ser humano ha recibido de Dios una gracia personal, un DON, un carisma, por el que el Espíritu se manifiesta para el avance del Reino de Dios en la sociedad. Cada individuo tiene su lugar señalado, según la sabiduría de Dios, en este edificio de la sociedad. Él ha dado a cada uno la fuerza, los talentos, la luz, las gracias necesarias para ocupar debidamente este lugar” (DF, Pág. 90).

Podemos percibir fácilmente, que el concepto de persona del que parte Luis Ormières pertenece a la filosofía humanista. Más aún, se enmarca en el humanismo cristiano que reconoce al ser humano creado por Dios, llamado por él  a la vida. Un ser único e irrepetible, dotado de una dignidad divina “A imagen suya los creó, hombre y mujer los creó” (Gn 1,27 ); adornado de dones y talentos para una misión que realizar en este mundo.

Cuando hablamos de la dignidad de todo ser humano estamos diciendo que es “intrínsecamente valioso en sí mismo” con independencia de su raza, cultura, situación económica, salud o aspecto físico. Contempla Ormières en todo ser humano una dignidad que incluye dos dimensiones igualmente importantes: “identidad y vocación”

Estas convicciones inspirarán su Pedagogía. El ser humano no sólo está agraciado con el don de la vida (valor supremo), sino de dignidad. La vida, sin más, es nivel de ética cero. La dignidad es vida con sentido, con proyecto, con misión creadora. El ser humano no solamente necesita vivir sino necesita razones para vivir; conocer por qué y para qué existe y coexiste, vive y convive (eterna pregunta de la filosofía). Desde estas razones podemos afirmar que la vida (biológica) no es un valor absoluto, sin embrago sí lo es la persona.

Lejos está esta filosofía humanista de Ormières, orientada al cultivo de lo verdaderamente humano, de otras filosofías antropológicas, reduccionistas y manipuladoras que se han impuesto o pretenden imponerse como norma o referente educativo. Por ejemplo aquellas que sólo consideran al ser humano un mero eslabón de la cadena evolutiva de los seres vivos; o aquellas que valoran al ser humano como sujeto de progreso y producción; objeto de manipulación y mercado; o aquellas otras que le ciñen a la pura y estrecha inmanencia, negándole toda dimensión trascendente o religiosa según la frase del célebre Wittgenstein: “de lo que no podemos hablar con exactitud, mejor es callarse”; o aquellas de corte nihilista que las explica muy bien la frase ( de Camus?) “el infierno son los otros”; o aquellas que se inspiran en el más absurdo existencialismo definiendo al hombre como “una pasión inútil” (Sartre).

Repitámoslo: la Pedagogía angelina asume como regalo de Dios la existencia de cada persona, acoge su dignidad y personalidad para conducirla a su máxima desarrollo y felicidad. Son estos elementos fundamentales de la antropología que ha de alumbrar la mente de todo educador/ra angelino cuando pretende educar integralmente a sus alumnos/as.

Una idea de EDUCACIÓN

¿Qué idea tenía Luis Ormières sobre la educación?

Comencemos diciendo que todo ser humano no llegará a ser verdadero hombre o mujer más que por la educación. Será lo que la educación haga de él o de ella. Mirad, todos nacemos para humanos, pero sólo llegamos a serlo a través del aprendizaje. Pero ¡atención! El aprendizaje humano no es un mero aprender sino aprender de otros hombres o mujeres, ser enseñado por otros. El niño aprende “mirando”. De ahí que el

aprendizaje humano, para que sea verdadero exige amor y pedagogía.

En esta clave de pensamiento Luis Ormières encuentra una consecuencia inmediata y clara que le llevará a la acción: La educación es un bien que debe llegar a todos, del cual nadie debería quedar privado. Desde este principio leyó la realidad educativa de su tiempo viendo cómo los niños y principalmente las niñas de las zonas rurales quedaban excluidos de los beneficios de una buena educación “por lo que se consagra a la educación de la clase obrera principalmente en el campo. Hay un gesto profético en la decisión de Luis Ormières de servir, mediante el ministerio de la educación, a la clase obrera. Se dio cuenta de la importancia que tiene la educación por lo que pone todo su empeño en universalizarla. Educación para todos, sin fronteras… y acude allí donde las necesidades son más notorias y apremiantes

Otra cualidad que adorna la idea de  educación en Ormières es la de “educación personalizada” consecuencia lógica del concepto de persona que tiene como “ser único irrepetible, adornado por Dios con gracias y talentos para desarrollar la misión en el lugar preciso de la sociedad”. Creía Ormières en el destino personal de cada individuo. “Nadie es como otro. Ni mejor ni peor que otro. Es otro” (Jean P. Sartre).

Esta afirmación nos presenta el reto educativo de educar la diversidad. Pero algo que caracteriza el enfoque de la diversidad en Ormières es “la preferencia por los más débiles, por los pobres, por aquellos que presentan más dificultades en el aprendizaje. Esta prioridad no debe olvidarla, nunca, la Escuela del Ángel de la Guarda.

Se acercaba Ormières en este punto a la idea de educación de Sócrates ” Educar es cultivar lo más sagrado del ser humano, cultivar las semillas del alma que toda persona tiene como don particular” Dirá Ormières “cada uno tiene su propio don” que pide desarrollo armónico sin descuidar ninguna de las dimensiones de niño/a: vitales, estéticas, sentimentales, afectivas, volitivas, corporales, morales, religiosas y no sólo intelectuales. La propuesta educativa de la escuela del Ángel de la Guarda es la de una formación integral de sus alumnos que exige Instrucción y Educación.

Dos elementos, Instrucción y Educación que Ormières distingue con sumo cuidado, no para contraponerlas sino para identificarlas, darle a cada una su cometido y armonizarlas adecuadamente. Leemos en los textos fundacionales “Nuestro fin, al entrar en esta carrera es la educación y secundariamente la instrucción” “Más atentas, decían los Fundadores a las Hermanas, a la educación que a la instrucción, querían contribuir así a la pacificación de la sociedad y a la dignificación de las gentes del pueblo” (Ha Sac).

Desde la fundación de la Congregación, la Pedagogía angelina hizo un esfuerzo por armonizar Instrucción y Educación, es decir los saberes y cultivo de las virtudes. Había un gran empeño de educar para la vida…

La Instrucción, cometido importantísimo de la tarea educativa, la recogía el plan de estudios de toda escuela dirigida por las Hermanas. Nada de enseñanzas que sirvieran para entretener, alimentar las vanidad y superficialidad o para fomentar injustos privilegios de unas clases sociales sobre otras. “Querían -los Fundadores- que se enseñara cálculo, geografía, lengua, catecismo….todo lo necesario para el desempeño de sus funciones en la sociedad. Refiriéndose a las niñas prepararlas para la noble misión de esposa, madre y ciudadana. Enseñarles a vivir y convivir, a respetarse, a asumir sus deberes y a defender sus derechos”

Quería Ormières una instrucción sólida, amplia y completa a la que no renunciaba en su Pedagogía consciente de que la ignorancia era la principal causa de esclavitud y marginación, tanto a nivel individual como de colectividad. “Hagan cultura, hagan libertad” decía nuestro insigne poeta Miguel de Unamuno. En este punto debo hacerles

una llamada a su formación continua, a poseer un bagaje cultural lo más amplio posible para que la Instrucción que ofrecen a sus alumnos tenga calidad, esté abierta a las innovaciones pedagógicas, sepa utilizar las nuevas tecnologías que favorecen un mejor aprendizaje.

La instrucción debe estar encaminada a lograr en los alumnos una cabeza bien hecha más que bien repleta, antes orientada a las buenas costumbres y buen entendimiento que al acopio de ciencia. En este punto el pensamiento de Ormières coincide con el de Platón cuando hacía crítica a los sofistas: “sus enseñanzas no hacían mejores a los hombres” “La enseñanza ha de estar focalizada a que la voluntad del alumno se adhiera al bien” (Sócrates). Dicho de otro modo “el máximo grado de inteligencia es la bondad” pues la inteligencia no es una facultad dirigida a conocer, sino a dirigir la acción. Es la sabiduría necesaria para conducirse en la vida como persona autónoma que tiene un proyecto personal cumplir y, al cumplirlo, su vida adquiere sentido y felicidad.

En definitiva, educar consiste en conducir, con inteligencia y destreza al niño/a hacia estos tres horizontes en los que va a desplegar su vida:

>        Conocimiento de las cosas (la realidad en sentido amplio)

>        Reconocimiento de uno mismo (interioridad, identidad, autonomía)

>        Con sentimiento del otro (projimidad, sociabilidad, ciudadanía)

Este modo de orientar la instrucción lleva de la mano a Ormières a definir su la finalidad educativa: “Destinados a educar a la juventud y a formar hijos de Dios, miembros vivos de este cuerpo Místico (Iglesia), a trabajar para el edificio de la sociedad de este mundo y de la sociedad del cielo, nuestro fin, nuestro único fin es formar verdaderos discípulos de Cristo, teniendo como guía el Evangelio, los libros Santos” (DF).

Formar cristianos que vivan el gozo de saber que el Reino de los cielos ya está entre nosotros, que lo hacemos crecer cuando realizamos el bien, fuerza siempre difusiva.

Destaco, también, el carácter “socializador” que la educación ha tenido en Ormières. Él definía la misión de los que con él se asociaban como una labor para “construir el edificio de la sociedad de este mundo y de la sociedad del cielo”. Porque no olvidemos que educar es socializar y viceversa. Educar es formar para la ciudadanía (término que tiene un carácter ético); formar para que el proyecto personal de cada individuo, que siempre persigue la libertad y la felicidad, sea compatible, compartible y colaborador con las aspiraciones de libertad y felicidad de los otros.

Por esta razón, cuando hablemos de los valores que promueve la escuela del Ángel de la Guarda destacaremos como sumamente importantes aquellos que favorecen una buena convivencia, tales como: la apertura, el diálogo, el respeto, la participación, la colaboración, etc.

Un perfil de pedagogo o MAESTRO

El maestro es una persona que se sabe llamada a la misión de educar

En primer lugar considera Ormières al maestro/a como persona agraciada por Dios con la vocación de educador/a: ” es necesario ser llamado por Dios”. La naturaleza de la misión rebasa las propias fuerzas, es tan hermosa y sublime que no bastan sólo voluntarismos. Es una vocación que asemeja al sacerdocio “la enseñanza es un verdadero apostolado, un segundo sacerdocio. Nadie se atribuya a sí mismo este honor. Es preciso ser llamado por Dios” ya que el maestro “es servidor del alma, cultivador de lo más noble y sagrado que hay en el hombre, su servicio es como un servicio de Dios” dice Sócrates y Giner de los Rios afirma:”el magisterio como el sacerdocio exige hombres y mujeres de bien y de virtud”

El maestro posee buena autoestima y humildad

“Está penetrado de la importancia de su vocación-misión” debe valorarla y la cuidarla como semilla en crecimiento. ¿De qué forma? Confiando en las capacidades que ha recibido para desempeñar su misión. “Si somos llamados, tengamos valor; nuestra fe nos salvará” Debe poseer la actitud de un continuo aprendizaje para realizarla bien. Ante las dificultades “vayamos nosotros mismos a la escuela del Divino Maestro. Él es el camino, la verdad y la vida… Apliquémonos, pues a estudiar la vida de Jesús, sus divinas enseñanzas; en ellas encontraremos todas las reglas, todos los motivos que deben guiarnos y animarnos en el cumplimiento de nuestras funciones” (La Cuna).

Es buen acierto acoger la invitación que nos hace el P. Ormières a entrar y permanecer en esta escuela. Una escuela muy especial en la que el alumno nunca superará al maestro (en otras ciencias y saberes sí) en la que nunca nos graduamos del todo, lo cual se afirma, no para el desánimo, sino para abrirnos a nuevos horizontes: la fe como fuente inagotable de revelación de Dios, así como de desvelamiento del misterio que somos cada uno de nosotros, como energía creciente y generadora de vida y felicidad, como proyecto de vida que entusiasma en presencia y amistad del Maestro Jesús.

El maestro es un “artista”

Es una cualidad muy particular que destaca Ormières en el maestro: El arte creador. Este requiere inteligencia, capacidad contemplativa, firmeza y pulso delicado para la construcción de la personalidad de cada alumno/a. Lo expresa bellamente en el Doc. La Cuna empleando el símil del arquitecto: “Dios ha creado las piedras que han de componer el admirable edificio de la sociedad y ha dejado a los hombres el cuidado de pulir y colocar estas piedras en el lugar que les tiene destinado… ¡Qué ineptitud la del constructor si las piedras más pesadas llamadas a ser cimiento estuvieran en lo más alto del edificio … o si pretendiese coronar un hermoso pórtico con piedras brutas que no encajan mientras el más hermoso mármol, las piedras más nobles, delicadas y brillantes quedasen escondidas en los cimientos! ¡Qué trabajo tan inútil como penoso el de aquél obrero que sin conocer la naturaleza de las piedras tallase atrevidamente una piedra blanda y se dedicase a pulir cuerpos más ásperos y menos brillantes…!

Educar es una obra creadora y el maestro es el artista que cultiva la individualidad de cada persona, para hacer crecer las semillas originales que porta, para sacar a la luz, la más bella verdad de su personalidad. Plutarco también concibe la enseñanza como un “arte”, al maestro, en consecuencia, como un “artista” un hacedor de hombres y mujeres libres. Tiene como meta ayudarles en sus luchas denodadas con las pasiones en búsqueda de su más plena personalidad. Debe ejercer el arte de la prudencia y la amonestación con la maestría de quien es experto en manejar franqueza y moderación.

El maestro es la piedra angular de la Pedagogía

Así lo considera Ormières, más aún, el maestro debe encarnar la Pedagogía porque debe ser el modelo, el ejemplar de lo que enseña y trasmite. En consecuencia, Educadores angelinos, ustedes deberán pertenecer a la estirpe de “aquellos que hablan como viven y viven como hablan” (Luis Vives, 1492-1540)

Es la misma persona del maestro, con su palabra y su acción, clave del proceso educativo, elemento fundamental del método y la Pedagogía. Cuando se nos dice que Ormières estaba “preocupado por la falta de buenos maestros…” intuía que la reforma radical de la enseñanza, en su tiempo (podemos afirmar que en todos los tiempos) comienza por la reforma de la “persona del maestro”

Erich From decía que una de las carencias de la cultura moderna ( se refería sobre todo a la occidental) es la falta de personalidades que puedan servir de modelos de vida. “Hay mucha gente, por ejemplo, que no ha conocido a una persona que ame en verdad. O a una persona con integridad y valor”. Tengamos en cuenta que el perfeccionamiento moral pasa por la imitación de actos excelentes, no por la aplicación de reglamentos o leyes. No se aprende la virtud sino por imitación.

¿Quiénes dignificarán la escuela? Sin duda alguna aquellos maestros/as que viven con dignidad su profesión. ¿Quiénes podrán formar verdaderos discípulos de cristo? Sólo aquellos que tratan de serlo y decidan trasmitirlo.

He tratado de describir las líneas de pensamiento que entretejen la filosofía educativa en Luis Ormiéres. Son los criterios fundamentales que de iluminan el Proyecto Educativo de los Colegios Santo Ángel y deben inspirar el compromiso que adquiere, al entrar en él, todo educador/a angelino.

2º. EJE AXIOLÓGICO – valores que promueve el Proyecto Educativo

Entendemos por “valores” aquellos aspectos de las cosas, las personas, las situaciones que las hacen ser atractivas o repulsivas, bellas o feas, interesantes o aburridas, buenas o malas. Nos afectan positiva o negativamente, y nos incitan a la acción. A unos peculiares valores les llamamos “éticos”. Son tan necesarios para la felicidad personal y para la dignidad de nuestra convivencia que creemos es importante realizarlos mediante la acción y por eso los reforzamos con normas. Por ejemplo la justicia, la igualdad, la paz, la libertad, nos parecen valores éticos y por eso debemos ponerlos en práctica.

Tomemos conciencia de que vivimos en un mundo de ética precaria; una ética de mínimos. A poco que nos detengamos en analizar alguno de los comportamientos de la Humanidad nos daremos cuenta de ello. Por ejemplo, en nuestro mundo globalizado se identifica “desarrollo” = “crecimiento económico” de ahí se deriva el sistema neoliberal, de libre mercado, que rige desaforadamente la sociedad mundial creando tremendos desequilibrios Norte-Sur. Según este presupuesto se eliminan fronteras que permitan el tráfico de capitales, de armas, de droga… el trasvase de ideas, culturas y religiones, nuevas tecnologías…, hasta el tráfico de seres humanos. Muchos fenómenos migratorios están manejados desde estos criterios. No importa demasiado si aceleramos la destrucción de los recursos naturales o si aumenta el malestar social en pueblos, países y continentes con tal de asegurar el crecimiento acelerado del PIB.

En este contexto mundial urge preguntarnos ¿hacia dónde se dirige este navío en el que todos viajamos? ¿Nos guían objetivos supremos de justicia, igualdad, solidaridad y libertad que han de orientar nuestra acción? ¿Está inyectado el progreso de grandes dosis de solidaridad, de transparencia, de visión a largo plazo, de capacidad de soñar, de rebelarse contra la rutina, la máquina y el dictado de las encuestas de opinión, contra los cantos de sirena de lo superfluo y lo efímero? ¿cuenta el progreso con grandes dosis de tolerancia, apertura al prójimo, a todas las culturas, religiones, razas…? Hemos de reaccionar a tiempo ante una de las más tremendas tentaciones: la inercia.

Le corresponde a la escuela, como institución privilegiada en la sociedad, “sacudir la inercia, mantener a pulso la libertad, nadar contra corriente, cuidar la persona en toda su dignidad, defender los derechos, tomarse en serio las cosas serias…Sin una buena escuela ( que promueva valores) no puede haber más que una malísima sociedad… Todo esto es tema de la ética que no es “meditación” sino “acción” para liberar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo de la rutina, la maldad y la tristeza.

La Pedagogía angelina promueve en sus alumnos valores humano-cristianos encaminados al objetivo que se propone “formar hijos/as de Dios, verdaderos discípulos de Cristo”. Se rige por los criterios de valor de la Escritura :”E1 Evangelio, los libros santos, he ahí nuestra norma, nuestra guía” (P.O.)

La escuela del Ángel de la Guarda se proponía instruir y educar para la pacificación de la sociedad ( igualdad, libertad, solidaridad) y para “dignificar la vida de las gentes del pueblo”. Como he dicho al hablar de la idea de educación que tenía Ormières, había que conducir y acompañar a los niños hasta los tres horizontes en los que se va a desplegar sus vidas:

         >    Conocimiento del mundo, de los hombres, las cosas (realidad)

>        Reconocimiento de sí mismos (interioridad, autonomía, libertad)

>        Consentimiento del otro (projimidad, sociabilidad, solidaridad)

Me parece que estos tres horizontes articulan muy bien los valores que constituyen el eje axiológico que atraviesa la Pedagogía angelina y que hoy justifica la existencia de nuestros Colegios; valores en los que ha de estar empeñada la Comunidad Educativa poniendo en juego toda la creatividad y los medios para promoverlos en sus alumnos, cultivarlos hasta a su pleno crecimiento.

>   Conocimiento de la realidad

Un cometido importante en nuestra tarea educativa , que recoge las Constituciones de las Hermanas del Ángel de la Guarda es “iluminar el conocimientos que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida, del hombre según los valores de verdad, justicia, libertad, amor y paz” (Art. 71). Este objetivo mira al ámbito del conocimiento de la realidad y promueve unos valores de los que voy a destacar aquellos que me parecen más importantes.

Iº. La pasión por la verdad

La verdad es hija de la sencillez, es la que nos hace verdaderamente libres. Es hermosa y atrayente. Ilumina todo el ser y el hacer de la persona que la posee. Pero la verdad hay que encontrarla en la complejidad enmarañada de la realidad que nos circunda. La verdad, además de verdadera es muchas cosas más: terrible, amable, indignante, divertida, solemne, estrepitosa, opaca, burlona, enigmática, discreta, apabullante…Lo que resulta imposible decir de una verdad es que sea verdadera solamente.

Por eso habrá que desarrollar en los alumnos actitudes que los conduzcan al hallazgo de la verdad, de lo verdadero y auténtico. En definitiva al descubrimiento del bien y la virtud .

Enumero algunas actitudes, entre otras: la apertura y la escucha para recibir la verdad venga de donde venga y la ofrezca quien la ofrezca; la inquietud y la curiosidad por saber y aprender hasta llegar a descubrir el gusto de “aprender a aprender” pues la vida es dinámica y nunca acaba el aprendizaje. Es una lástima que, muchas veces el sistema educativo frene la curiosidad en lugar de estimularla. El respeto a la verdad del otro, a la luz que me puede ofrecer “Tu verdad no. Tampoco mi verdad. Vamos juntos a buscarla” (Machado)

2º. Capacidad analítica y crítica

Un gran esfuerzo debe hacer el maestro/a para desarrollar en sus alumnos la capacidad de observación, contemplativa. Es la que le va permitir no sólo mirar las cosas, los hechos y acontecimientos, las personas,   sino ver y conocer su realidad.

“No vemos con los ojos, sino a través de los ojos” Por eso es tan importante dirigir la mente del niño a lo verdadero, al bien… “lo importante se ve con el corazón” decía el Principito,

Hay que insistir en un aprendizaje que cree en el niño el hábito del análisis, de la ponderación equilibrada del valor de las cosas; enseñarle el arte de relacionar, de distinguir causa y efecto, lo sustancial de lo accidental, para que consiga u juicio bien formado, el único que le garantizará un verdadero juicio crítico sobre hechos y acontecimientos de la vida. “Pues, al parecer, en nuestros tiempos hemos conseguido hacer crítica sin criterios, lo que es una maravilla” (JAM). Nos movemos en el imperio de lo light, filosofía de la posmodernidad

3º. Amor a la vida

Acogerla como el como el DON puerta por donde entrarán todos los demás dones. Valorarla con inmensa alegría porque posibilita a cada persona ser ella misma y proyectarse en este mundo. Cultivarla y desarrollarla en nosotros mismos y en cuanto nos rodea. Defenderla donde se encuentre amenazada, en las personas y en cuanto la rodea.

La consecución de este valor conlleva aprendizajes muy importantes: el de la gratitud por haber sido invitado por Dios al banquete de la vida. El de la preocupación por los otros y la suerte de su futuro y porque hay que acoger a los que llegan detrás de nosotros. “En estos momentos alrededor de 250.000 personas llegan, cada día, a nuestro planeta azul y tenemos la obligación de darles la bienvenida. No podemos decirles a los nuevos viajeros que sobran, que los rechazamos y que una gran parte de ellos no va a tener la posibilidad de vivir en la Tierra”. El amor a la vida conlleva hacerles descubrir el valor de lo cotidiano pues es en el comportamiento diario donde la persona expresa el bagaje cultural que posee. “Se es lo que se hace” decía Ortega y Gasset. El esfuerzo por mejorar la vida personal, la calidad de vida para todos. El amor a la vida exige el cultivo de la alegría y el sentido festivo.

>   Reconocimiento de uno mismo

En este horizonte voy a resaltar un gran valor, que trata de potenciar el Proyecto educativo Santo Ángel: la interioridad.

Ya el Papa Pablo VI alertaba sobre lo siguiente: “El hombre moderno ha perdido la llave de su morada interior y no sabe cómo entrar en ella”. Es uno de los dramas de nuestro tiempo que mantiene a muchas personas “alienadas”, fuera de sí mismas, dispersas, desorientadas y perplejas: ante sí mismas, ante la vida, los acontecimientos, el mundo, lo trascendente.

La pedagogía angelina quiere cultivar la interioridad de sus alumnos, iniciar en ellos procesos de interiorización que los

conduzca a responderse a preguntas clave como estos: ¿quién soy yo? ¿por qué y para qué vivo y habito este mundo? (eterna pregunta de la filosofía). Hay que iniciarles en el autoconocimiento a través del cual puedan descubrir “su DON particular” , quiénes son, sus capacidades y posibilidades, así como sus límites para que lleguen a una sana aceptación de sí mismos, a una correcta autoestima. En este ámbito de lo personal hay valores importantes que desarrollar en el niños, desde los inicios de su aprendizaje, como son:

·         Una libertad y autonomía vinculada, no independiente

·         Capacidad de elegir, de arriesgarse, de tomar decisiones

·         Una voluntad que asume el esfuerzo en el trabajo como forma de adquirir todo lo valioso.

·         Coherencia personal con lo que uno siente, quiere y cree. “Hacer el bien y dejar que digan”(P.O).

·         El descubrimiento de la propia vocación y la generosidad para seguirla

·         La dimensión trascendente, religiosa, de fe que se halla inscrita en el corazón de toda persona “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no   descanse  en  ti”  (S.  Agustín).   Sólo   quien   se  decida  a  habitar su   propia interioridad descubrirá esta verdad sobre sí mismo.

>   Consentimiento   del   otro   (projimidad,   horizonte   que   mira   al   carácter socializador de la  persona).

Es sumamente importante en el pensamiento de Ormières este horizonte de la projimidad, de la sociabilidad, de la convivencia. Su Pedagogía se orienta a “construir el edificio de la sociedad en este mundo a la vez que la sociedad del cielo”.

El ser humano, por naturaleza, es un ser “sociable”, necesita de los otros y está hecho para la relación con otros. El niño descubre, muy tempranamente, que le rodean otros seres que le ofrecen cariño u hostilidad, reconocimiento o menosprecio, respaldo o abandono, seguridad o indefensión. Atienden a sus necesidades o lo abandonan a su suerte. Pero, sólo más tarde, descubrirá al otro como semejante a sí mismo pero distinto, con el que ha de vivir y convivir. Entonces comienza para él el proceso de socialización. Ya hemos dicho que “educar es socializar” y viceversa.

 En un estadio posterior la persona madura, no sólo asumirá la existencia de otros seres semejantes a ella sino que consentirá, dará su asentimiento a que sean ellos mismos, se desarrollen y realicen según sus capacidades. Esto trae como consecuencia que la persona sociable, ha de situarse ante otros tus a los que no debe dominar, utilizar, marginar… ni desconocer como si no existiesen.

Hay que aprender a convivir por lo que todo educador ha de enseñar a sus alumnos este valor. Hay que aspirar a una buena convivencia, objetivo fundamental de la educación.

Pero ¿Qué entendemos por buena convivencia? Es la que promueve mi bienestar y me ayuda a ampliar mis posibilidades intelectuales, económicas, afectivas y políticas. En una palabra, la que me ayuda a progresar. Es mala convivencia la que produce

miedo, hastío, violencia. La que desanima, decepciona, obstaculiza el propio progreso. La que establece sistemas de dependencia y dominación.

La convivencia persigue dos grandes anhelos:

. el bienestar

. la ampliación de nuestras posibilidades

que miran a la felicidad individual. Pero para que sea aceptable desde el punto de vista de la convivencia debe ser

·         compatible

·         compartible

·         cooperativa

Compatible: es decir, mi manera de vivir confortablemente debe poder conciliarse

con el modo de vivir confortable de los otros, de lo contrario habría individualismo insolidario.

Compartible: porque desde el punto de vista social no interesan los modos de felicidad solitarios. Dan origen a mucho malestar social.

Cooperativa: ya que si intentamos todos vivir de una manera digna ello exige lacolaboración de todos.

Si queremos construir la sociedad de este mundo, el educador angelino ha que potenciar esta educación en sus alumnos para este tipo de convivencia, para la ciudadanía, para la interculturalidad, para la inclusión de “lo distinto” y de “los distintos”. Es necesario trabajar a los alumnos en valores como: la acogida, el respeto, el diálogo, la tolerancia, la participación, la corresponsabilidad, la solidaridad, el perdón, la justicia, la paz.

Hagamos crecer a nuestros alumnos en estos valores a la vez que crecen a la vida. Quienes los poseen, los comparten y los hacen producir entre sus semejantes, son hijos de Dios, construyen la sociedad de este mundo a la vez que sociedad del Cielo en el que tenemos un mismo Padre, del que todos somos hijos, en consecuencia todos somos hermanos. Entonces se produce una maravillosa transformación: La convivencia pasa a llamarse fraternidad y la sociedad ese convierte en  la comunidad humana soñada por Dios

3º. EJE METODOLÓGICO :  como el Ángel.

“El nombre de Hermanas del Ángel de la Guarda, con el que somos reconocidas como familia religiosa, es símbolo y programa de nuestro modo de ser y ha de reflejarse en las tareas apostólicas” (Art. 10). La M. San Pascual decía a las Hermanas “No sólo llevamos el nombre de ‘Ángel de la Guarda’ es necesario que seamos Ángeles por nuestra prontitud en hacer la voluntad de Dios y por el fuego divino que debe llenar nuestros corazones” y continúa “fieles imitadoras de los Ángeles de la Guarda os interesaréis en todo lo que se refiera a la salvación y bienestar de las niñas que os sido confiadas”

Por lo mismo, el educador/ra angelino cuenta con un referente cuando se dispone a realizar la tarea de educar: el Ángel de la Guarda. En él descubrimos actitudes y acciones que dan el estilo y la pauta; el color y el calor al quehacer educativo “como el Ángel”.

Voy a destacar los rasgos más ejemplares del Ángel, consecuentemente los rasgos que definen nuestro estilo pedagógico.

1º. Una presencia cercana, benéfica y discreta caracteriza al Ángel de la Guarda. Esta cualidad informa una “Pedagogía de la presencia” que acompaña constantemente el proceso educativo de cada alumno/a.

El educador/a angelino está llamado a ser “presencia benéfica” si pretende que su labor sea eficaz, pues lo que se enseña sin proximidad carece de valor nutritivo, (estamos asistiendo a una enseñanza que posiblemente abuse de las nuevas tecnologías informáticas, aficionando a lo virtual, formación sin rostro, sin referente humano).

Es necesaria la presencia cercana que establece proximidad, relaciones cálidas con los alumnos/as para acompañarlos en el descubrimiento que van haciendo de del mundo, de sí mismos, de los otros, de Dios, iluminando, orientando como hace el Ángel. Esto exige un educador/a que no se sitúa lejos sino cerca, que no se coloca arriba ni abajo, sino junto a… pues el protagonismo en el proceso formativo de la persona no lo tiene el maestro, tampoco lo tiene el alumno, el protagonismo lo tiene “la relación que se establece entre los dos”

Es decir, el maestro no impone una interpretación de la vida. Tampoco se limita a ofrecerle herramientas para que él saque sus propias interpretaciones, es en el diálogo profundo y acompañado que el alumno adquiere posibilidad de autonomía, certezas acerca de la madurez que va adquiriendo. Es cierto que el maestro debe “bajar hasta el nivel del alumno/a” pero no porque la voluntad de éstos sea absoluta y sagrada. Se trata más bien de ofrecer a su voluntad un ejemplo de vida con el objetivo de que ellos superen sus propias deficiencias. En definitiva, una presencia que es estímulo para el crecimiento. Benéfica porque reporta el bien a la persona.

Ha de ser, necesariamente, una presencia “discreta” ya que el maestro/a no puede ni debe suplir al alumno/a en el dolor del parto que sufre al nacer a la vida. No debe suplirlo en la vivencia de las crisis por las que ha de pasar hasta llegar a la libertad del bien y la virtud. Si lo intentase ahogaría el momento de este parto, es decir, dejaría al niño en estado infantil para el resto de su vida.

2º El Ángel de la Guarda “protege”. La protección es la acción más sobresaliente en él. Por eso, hay que decir que la Pedagogía angelina debería exagerar este rasgo, hasta  denominarse “Pedagogía de la protección

¿Qué podemos entender por protección? Es el amor puesto en acción. (Deberíamos hacer crítica a los amores perezosos). La expresión más elocuente de la protección es “el cuidado” actitud adecuada ante la vulnerabilidad de lo valioso. Sólo lo valioso merece respeto y ha de ser acompañado con comportamientos de cuidado amoroso. Es como unir, en esta acción, la ternura y el rigor. En eso consiste el cuidado. El cuidado va más allá de lo que es justo y crea lazos profundos en la relación profesor alumno. El cuidado pone esmero en los detalles, quien posee esta actitud convierte su trabajo en una liturgia, (el Principito y el zorro)

En lenguaje de nuestros Fundadores este cuidado cobraba expresiones como las siguientes: el amor, la bondad, la mansedumbre y la paciencia. Para despertar en los alumnos el amor al trabajo, la constancia, la superación constante.. “Necesitamos mansedumbre y paciencia. Estamos encargados de cultivar… Nuestra misión es trabajarlos, que no quepa ni un ligero soplo que pueda apagar la mecha humeante. Mansedumbre y paciencia para repetir las mismas cosas a los distraídos..”(DF). Un amor expresivo “No basta, decía M.S. Pascual, amar es necesario que las alumnas tengan conciencia de que son amadas”. Cuando se sienten amados consienten que su espíritu sea moldeado sin resistencias, más fácilmente. Pero no olvidemos que el cariño es destructivo cuando no va unido a la exigencia del deber.

Por eso el P. Ormières insistía tanto en el trabajo bien hecho, tanto en los educadores como en los educandos. Pide a las

Hermanas estudio permanente, preparación concienzuda de sus clases, dedicación incansable a sus alumnos, paciencia y perseverancia a toda prueba y ello vivido con el talante de la generosidad y la alegría. De tal manera deberían realizar el trabajo que se convirtieran en ejemplo y estímulo para los niños, hasta hacérselo amar, convencido que nada valioso se consigue sin el tesón de la voluntad.

3º El Ángel es simplicidad, transparencia y fidelidad.

Es este otro rasgo ejemplar del Ángel que nos habla de SENCILLEZ, sello distintivo las hermanas del Ángel de la Guarda. Ella ha de informar toda su Pedagogía hasta poder denominarla “pedagogía de la Sencillez”.

Luis Ormières y M. San Pascual enseñaron, con su vida y su conducta, más que con sus palabras, el valor evangélico de la sencillez. Esta es el carácter por el que habría de reconocerse a una Hermana del Ángel de la Guarda, hoy diríamos, a todo educador angelino. “Es preciso, decía Ormières a las primeras Hermanas, mostrar a los niños una amable sencillez. Sencillez que nos lleve a hacer el bien sin ostentación”.

La sencillez debía inspirar la labor educativa Santo Ángel: ni reparto de premios, ni competir con rivalidad, ni cualquier otra cosa que se hiciera buscando deslumbrar, ni afán de lujo ni de poder que son los criterios dominantes de la sociedad burguesa e instalada.

Sencillez como humildad, sabiéndose mero instrumento en la sublime tarea de formar personas. Su expresión era la de “hacerse pequeña con los pequeños” a ejemplo del apóstol Pablo. “Me hago a todos para salvar a todos”. El Ángel es un enviado y al enviado se le pide fidelidad y veracidad en la transmisión del mensaje. Lo que ha recibido debe ofrecerlo íntegramente.

Sencillez en los medios que se utilizan, sin confundir sencillez con mediocridad, moderación con falta de creatividad e innovación.